lunes, 31 de marzo de 2008

Síndrome persecutorio (impulso autónomo-dependiente de mis enlaces)

Tenía una disposición habitual favorable a creer que el hecho de sentirse observado le importaba un carajo; es más, lo consideraba un torrente positivo de motivaciones a la hora de hacer las cosas. Pero aquel 27 de Noviembre de 1963, la disposición habitual favorable se fue debilitando en un estado febril que acabó por destruírla. Se sentía constantemente observado, perseguido por aquel extraño vestido de gris, e incapaz de librarse de aquellos ojos amenazadoramente familiares; mientras caminaba por la calle, en su porquería de curro en el Casino Rurale, cuando hacía la compra, o mientras observaba su colección de escarabajos peloteros. Toda su vida era para él parte de un reality que aquel entrometido estaba viviendo sin pagar un centavo a nadie, ni siquiera a su víctima.
Tomó la decisión de refugiarse de aquel individuo en los libros de la Biblioteca Municipal: hizo de extra en Crimen y Castigo, armó caballero a Don Quijote, participó en los estudios de psicoterapia de Viktor Frankl, fué el ama de llaves en Los despojos del Día, trazó la estrategia fascista de Mussolini en el libro de Payne, y se infiltró durante tres años en las filas de OpEspec, en concreto, en OE-5. Cuando salió del último libro de aquella biblioteca de aquel grano en la inmensidad castellana que era su pueblo, volvió a sentir la imperturbable presencia de aquel extraño en su vida. Como perro de presa apresado en una trampa para osos, corrió hacia el individuo mientras corrían espumarajos de ira por su mentón, y asestó a aquel pirado un golpe en la nariz con el tomo 32 de la Enciclopedia Espasa, que le hizo dar con la cara en el suelo, inconsciente.
Desde aquel día, decidió que nunca más huiría de sí mismo.

viernes, 21 de marzo de 2008

Oda a la prosa en prosa

Pensando y pensando (es un decir, puede ser poco saludable), mientras giraba la llave para entrar en mi casa, se me ocurrió que la segunda entrada de este blog podría versar sobre la prosa, como elemento literario poco valorado, y como el instrumento comunicativo más universal. Podríamos decir que la prosa es algo que nos rodea cada día, y quizá sea esa la razón por la que no solemos pensar lo que la prosa significa para nosotros, como no vamos por la calle pensando en el importante papel que los adoquines juegan en nuestras vidas y la importancia que tiene que estén bien puestos en un día de lluvia, en aras de una sequedad integral de nuestros zapatos, calcetines y pantalones. Digamos que los adoquines son como miles de réplicas en miniatura de Santa Bárbara, de quien se dice que sólo nos acordamos cuando hay tormenta. Personalmente, recomiendo a los fabricantes de souvenirs de Santa Bárbara que dejen de fabricar esas horripilancias de llaveros y miniaturas de saloncito de vieja solterona, y comercialicen adoquines a 6 euros cada uno; total, el guiri medio dedica un 43% de su tiempo a tragarse todas las patochadas que dicen los guías turísticos mientras se parten de risa tapando el micrófono del autobús, al ver como todos los viajeros asienten con inocencia, como quien escucha a un comercial de Thermomix; ¿qué les importaría dedicar un 2% de su tiempo a tratar de entender por qué en los puestos de souvenirs de Santa Bárbara, sólo venden ladrillos?.

Después de este devaneo sin sentido por el pequeño universo de los adoquines y los souvenirs (¿o en España se dice "suvenires"?) , me gustaría afrontar de nuevo el tema sobre el que empezamos a disertar. Porque la prosa nos acompaña y es tan necesaria que sin ella no seríamos capaces de entender el mundo; si bien es cierto que un mundo montado en verso sería extraordinario y genial, y estoy seguro de que se oirían más risas por la calle, al escuchar unos de otros las composiciones más futiles y estúpidas; las panaderías, charcuterías, y pienso que también las ferreterías arruinarían al club de la comedia, pues pedir medio kilo de salchichas, o diez metros de varilla roscada, en verso, tiene que ser un desparrame de hilaridad sin precedentes.

Pero volviendo al tema de la prosa, a la que yo mismo, por alabar estoy ignorando, hemos de darnos cuenta de que la prosa tiene un papel relevante casi en la integridad del universo de situaciones humanas: la declaración de los derechos humanos está en prosa, la letra pequeña de la hipoteca, también; Santo Tomás de Aquino escribió la Suma Teológica en prosa, y el departamento de marketing de Epilady compuso (así es, compuso) las instrucciones de este aparato también en prosa, a diferencia con Santo Tomás de que las instrucciones de la Epilady seguro que tenían más dibujos. Los profesores explican en prosa y no nos damos cuenta de que cada clase es un capítulo de un libro bastante gordo (lo de maravilloso, depende de la asignatura, y del profesor).

Para terminar quiero hacer un llamamiento a la Real Academia de la Lengua, para que supriman el significado de la palabra "prosaico", por suponer una indudable "etimofobia", o violencia de significado, en perjuicio de la prosa. Pues es la prosa quien construye, como diría D'Ors, "El amargo roce de los lunes y de los martes", es la prosa un personaje fundamental de nuestro cortometraje existencial, y es indispensable para hacer esa poesía encuadernada en gris, pero escrita en rojo que es nuestra vida.

jueves, 13 de marzo de 2008

Un comienzo gris...

Esta es mi primera entrada en este mi primer blog. Esta será la última entrada que verse sobre la primera cuestión que se afronta en una conversación con un desconocido, y que no es otra distinta del saludo. Dicho lo cual sólo me queda añadir una cosa por hoy: hola.
Nos vemos en la próxima inspiración.