martes, 22 de julio de 2008

Elogio de la pluma


Necesito contarle un elogio a una pluma cansada de segunda mano que tiene la insana costumbre de olvidar que sueña. Los "plumistas" famosos han escrito sobre la importancia de la personalidad e intransferibilidad de la pluma, por mala que sea. Yo, eso me lo he saltado, y tengo guerra con ella.

La pluma es un instrumento formidable que ha sido capaz de llegar al final de las obras de Rousseau (con lo pesado que él era), que ha sabido callar ante las idioteces escritas por tontos y tantas (a las que tampoco excluyo del calificativo: la paridad, también para las idioteces), a lo largo de nuestra bella historia de amores famélicos en busca de aire. Es ventajoso poder olvidarse uno de la pluma, y disfrutar de su trazo sangrante; porque si algo hace la pluma en nuestras manos es desangrarse en cada palabra que escribimos, va dando todo lo que dentro trae guardado para que el escritor haga lo que le dé la gana; la pluma no mira el fin: ella deja hacer endecasílabos y tres cuartos de mortadela, el abajo firmante y la cantinela del Euríbor + 0,30%. 

"Da igual, no importa, yo me desangro y tú no lo anotas; tú pendiente y dependiente de la hipérbaton, de los finales de mes y del atún en aceite vegetal y en oferta; da igual, no importa, yo me desangro y tú no lo anotas...".

martes, 1 de julio de 2008

El Sol más cenital

La circunstancia motiva muchos ".exe" como este: lo siento, estoy de vacaciones. Vacaciones en el sur de Europa (África dirían algunos piel de nieve) riman demasiado con las famosas cuatro "eses": sea, sun, sex and sand, lo cual no deja de ser un espejo cóncavo para estos tiempos de números color sangre y días 31 con la nevera llena de hambre, en el sentido "primermundista" de la palabra. Los cartelones y la publicidad de esta temporada, no invitan sólo a disfrutar de la familia y los amigos mientras hacemos gala de una obesa cuenta corriente, fabulosa descripción de lo que de algunos, o de muchos de nosotros quieren las grandes compañías (lo siento, me sigue siendo difícil ver al currito de tres al cuarto detrás de tanta vida regalada). El tinto de verano que "por ahí" (que me perdonen los estadistas) se bebe, tiene el efecto sedante del vino en forma de calor urbano, y la gaseosa de unas deudas que suben su principal más rápido que el propio carbonato.




El modelo turístico de las cuatro eses ha encontrado (laus Deo!) una clara competencia en lo que se ha venido llamando "turismo de interior". La verdad es que la denominación nos puede inducir a pensar que el turismo de interior es para los cutres, los estrechos y los funcionetas ventanilleros a la mañana, Voltaires al amanecer de la tarde; o sea: ver pedruscos centenarios, bañarse en riachuelos de poca monta y dudosa higiene (como que en el mar fuese despreciable la basura que escupimos), olor a caca de vaca, caminatas por senderos que no llevan, aunque lo digan los carteles. Pero se me ocurre pensar si el turismo de interior se puede entender por otras vías. La palabra turismo nos lleva a darnos de bruces con la palabra tour, que según los diccionarios de francés y los realizadores del ciclismo significa algo así como "vuelta". Y si le unimos a la vuelta el interior, las vacaciones pueden consistir en darse un "voltio" por lo que bajo la piel cada uno lleve, aprovechando el parón profesional.

Dicen que muchos matrimonios (las parejas pueden ser de bueyes, canarios o altavoces) se rompen en vacaciones. Claro, si no practican el turismo de interior, las cuatro eses adormecen las neuronas y son una barrera a la empatía, la apertura y el progreso emocional. El turismo de interior no discute sobre mar o playa: al turismo de interior le basta con apagar el ruido. El turismo de interior no discute sobre cuánto dejar caer del bolsillo en caramelitos de cinco tenedores: el turismo de interior se conforma con dar más razones que nos hagan seguir con mayor empeño en la consecución de esos ideales que, de verdad no son una locura juvenil, que de verdad merecen la pena y "de verdad" son de verdad. Los cinco tenedores acaban en la cloaca, y un fin final deseable no queremos nos lleve a una de ellas ¿o sí?