martes, 22 de julio de 2008

Elogio de la pluma


Necesito contarle un elogio a una pluma cansada de segunda mano que tiene la insana costumbre de olvidar que sueña. Los "plumistas" famosos han escrito sobre la importancia de la personalidad e intransferibilidad de la pluma, por mala que sea. Yo, eso me lo he saltado, y tengo guerra con ella.

La pluma es un instrumento formidable que ha sido capaz de llegar al final de las obras de Rousseau (con lo pesado que él era), que ha sabido callar ante las idioteces escritas por tontos y tantas (a las que tampoco excluyo del calificativo: la paridad, también para las idioteces), a lo largo de nuestra bella historia de amores famélicos en busca de aire. Es ventajoso poder olvidarse uno de la pluma, y disfrutar de su trazo sangrante; porque si algo hace la pluma en nuestras manos es desangrarse en cada palabra que escribimos, va dando todo lo que dentro trae guardado para que el escritor haga lo que le dé la gana; la pluma no mira el fin: ella deja hacer endecasílabos y tres cuartos de mortadela, el abajo firmante y la cantinela del Euríbor + 0,30%. 

"Da igual, no importa, yo me desangro y tú no lo anotas; tú pendiente y dependiente de la hipérbaton, de los finales de mes y del atún en aceite vegetal y en oferta; da igual, no importa, yo me desangro y tú no lo anotas...".

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