Los cuatro años de la niña, y aquellos ojazos capaces de tumbar un imperio entraron sigilosamente en la estancia. Al fondo, de espaldas a la puerta, el tío Fred se estrujaba la cabeza y se atusaba nerviosamente los frondosos bigotes, sentado en su escritorio. La visitante tocó repetidamente el antebrazo del filósofo
-Tío Fred…
-¿Qué, vida mía?
-Tío Fred…
-¿Qué, vida mía?
1 comentario:
Hey¡¡¡ la verdá que a mi no me da la cabeza pa´hacer eses entraes en un bló tan surrealista como esti pero ta bien. Hay que pensar muchu pa escribir eses frases tan rares y que ¿quien sabe ónde querran llegar? bueno desde´qui me despido de el mi´rmanu Davicín más conociu en casa como "el putu manzanillu"...
Daviz¡ un abrazu del tu´rmanu Juan
Oye¡ si alguien tien algún problema con el bable que me´scriba al mi correo : jrg0519@yahoo.es que´i esplico en castellanu el comentariu que acabo facer en el Bló
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